La procesionaria (Thaumetopoea pityocampa) es una oruga peligrosa para nuestras mascotas, ya que el simple contacto con ella puede provocar una urgencia veterinaria. En los casos más graves, cuando hablamos de la ingestión del insecto o del contacto directo con las mucosas, podemos estar ante un cuadro severo, que puede llegar a causar el fallecimiento del animal.
La presencia de la oruga procesionaria en las zonas mediterráneas es especialmente común en la primavera.
Las orugas procesionarias poseen pelos urticantes en la parte superior de su cuerpo, que son capaces de proyectar al aire cuando se sienten amenazadas. Estos pelos se asemejan a las púas de algunas plantas, por su rigidez, y una vez se clavan en el individuo liberan una sustancia tóxica.
La toxina de la oruga procesionaria del pino es especialmente fuerte, pues causa irritación grave e inflamación. Si entra en contacto con las mucosas o con la lengua, la intoxicación puede causar heridas que son susceptibles de necrosarse, es decir, causar la muerte de las células que forman ese tejido, aunque también puede provocar un bloqueo de las vías respiratorias, agravando así el cuadro clínico.
Los síntomas que produce el contacto con una oruga procesionaria en perros son:
- Hipersalivación
- Inflamación de la piel
- Reacción alérgica
- Irritación de la piel
- Ampollas
- Úlceras
- Inflamación de la lengua
- Lengua roja, amoratada o negra
- Malestar general
- Nerviosismo
- Rascado excesivo
- Problemas al respirar
Ante cualquier síntoma o si considera que su mascota ha tenido contacto con una oruga acuda en el menor tiempo posible a su veterinario